El escriba que veis en distintos lugares de la web es el resultado de muchos intentos fallidos de conseguir una marca personal que me gustase de verdad.
Si los cálculos no me fallan, empecé a diseñar cuatro años atrás. Desde entonces, he intentado diseñar un logo para mí. Al principio, solo relacionado con mi profesión (la corrección de textos). Más tarde, quise algo general, que pudiese representarme como persona.
Los precedentes
Tras pasar por una serie de logos de idea tipográfica (usar un calderón, un punto y coma…) llegué a una marca que me pareció más interesante y que pensé que podía durar un tiempo, la llamé los peces. La inspiración, clara, es el escudo de mi municipio (dos barbos, por Barberà). En concreto, un dibujo, supuestamente, de Beaulieu.
Los peces no solo remitían a mi pueblo, sino que también veía en ellos una referencia a lo marítimo y, por extensión, a Menorca, donde nací. Además, tenían tan poca relación con la corrección o el diseño que pensé que podían servir como una marca personal abstracta. Tras una tarde de trabajo, saqué un logo que utilicé durante varios meses, ante la incomprensión y la extrañeza de mis amigos.

La inspiración
Sin embargo, en febrero de 2025, con la publicación de Kingdom Come: Deliverance II (un videojuego basado en la Bohemia medieval), conseguí una gran fuente de inspiración. El diseño del juego es precioso, especialmente el códice, un apartado en que se explican brevemente cuestiones culturales y políticas de la época, todo acompañado con ilustraciones de gran calidad. Gracias a ese juego me enamoré del estilo desgarbado y entrañable de los ilustradores medievales, y me vino a la mente un nuevo referente: el escriba era una figura con mucha más personalidad que un libro o un lápiz; y creía que podía hacer un logo lo suficientemente bueno y atractivo con las habilidades que había adquirido en los últimos cuatro años.
El logo
En seguida me vino a la mente la posibilidad de imitar el estilo robusto y grotesco de algunas xilografías de la Edad Media; me parecía que congeniaba muy bien con las posibilidades de los programas vectoriales (y no sé dibujar, claro). Tras varias horas de trabajo y retoques, había conseguido un diseño con el que estaba muy contento. Además, a mis amigos les encantó desde el principio:

El escriba combina el estilo y el referente medieval con elementos modernos y personales: el gorro que suelo llevar en invierno y la riñonera que llevo a todas partes desde los dieciocho años. Creo que esta extraña mezcla, a la que se suma un rostro concentrado y serio, le da a la marca cierta atemporalidad. Es un escriba modernito, algo pretencioso, pero sobre todo divertido. No queda como algo antiguo, sino como un revival; un estilo neomedieval.
Tras darle varias vueltas, decidí que los colores de la marca fueran el blanco y el negro. Sigo de cerca los quehaceres de la fundición OH no Type y me encanta su web, así que por qué no; a fin de cuentas, la letra negra sobre un fondo blanco es lo más habitual en mi jornada laboral.
Por último, han ido surgiendo variaciones a medida que se me ocurrían ideas nuevas. Así, también veréis por aquí el gato del escriba o el escriba dormido. Lo que más me gusta es que la marca también funciona estupendamente como exlibris (probablemente sea mejor exlibris que logo).
